La clase estaba en esos momentos, tan difíciles de lograr, en que todos agarramos el hilo y paramos las orejas tanto como se pueda para terminar de entender estas cuestiones, que son tan útiles para todos, como pocas materias que haya visto, después de aquella que hace mas de un año veía, que hablaba de los derechos que tenemos todos, esos que son inherentes a nuestra condición, de alguna manera ahora en un plano mas específico, un respaldo a nuestras actividades, una muralla que nos protege, y nos organiza para no jodernos tanto la vida los unos a los otros.
Otra de las cosas que me llaman la atención, desde que arrancamos a hoy, es que al fondo nadie habla de otras cosas, aparte de la mosca que se sienta al lado mió, que a veces me traslada su tarea de molestar, pero quizás sea que estamos mas grandes nomás, no fue fácil llegar hasta donde estamos y las ganas de no parar se dejan ver en estos ámbitos, las ganas de progresar de los demás motivan a otros tantos, desde este punto de vista el panorama no podría ser mas prometedor.
Si bajamos la vista, el tipo que esta de espaldas al pizarrón sigue hablando, ni siquiera se dio cuenta que la puerta se abrió y una carita triste se desplazaba por el pasillo, una cicatriz en la ceja derecha, y las manos sucias llevando unas estampitas, que ofrece a los obnubilados que mencione ut supra, sin recibir respuesta, ni siquiera señas, nada, en ese mundo no hay lugar para ciertas realidades, mas al fondo como era de esperarse, es mas fácil romper la concentración, en la otra mano va juntando monedas y cuando termina el recorrido, nos mira detenidamente, un recuento de las tarjetitas y las monedas, que formando un montoncito se veían hasta mas grandes que la palma de su mano, pero ni esto no logró una sonrisa. Agachó la cabeza, y tan silencioso como entró salió, se encontró con una mirada, a su estatura o más abajo aún, y los dos salieron corriendo bajando las escaleras.
No sonreían, no reían al correr, como hubiese esperado que terminara esa escena, en una situación semejante, con iguales personas, de su misma edad. No se hacia donde corrían, no se hacia quien, estaban juntos, pero no me parece suficiente, no es “11 y 6”, no puedo pensar en historias lindas al verlos, sólo tengo preguntas, no quiero pensarme de ese lado, hacia donde saldría yo, si Independencia o Trejo, si sabría yo qué eran y hacia dónde me llevaban, en esta ciudad y a su edad, y en el peor de los casos, haciendo lo mismo, y lo mas importante, yo desde ese banco, esa clase, esa realidad que no es tan lejana qué podía hacer? Si no es tan lejana porque él estuvo ahí, enfrente mío, con su tarjetita, y yo con sólo una lapicera y un cuaderno, si la facultad me queda tan cerca que no necesito nada mas, que locura! que distancias!, y sin una moneda encima como para ponerme frente al dilema si dársela o ponerme firme en no fomentar el trabajo infantil, dársela y esperar una sonrisa, en vano como vi, al menos creer que esa moneda en manos de ese otro que seguro está un poco mas lejos, esperándolos, vaya uno a saber para que la usará.
Es tan prometedor estudiar esta materia que es el derecho laboral, que quisiera encontrar ese capítulo que me permite pensar una solución a este caso práctico, porque de práctico no encuentro nada, y de real encuentro muy doloroso, y en esta realidad es un capitulo tan grande que mi cabeza ya no sabe de dimensiones, y el dolor a la impotencia, y es el cuento de todos los días.
Prometedora, realista, la vida como uno la toma, yo quiero tomar la mía para cambiar otras, solo necesito saber por donde empezar, y se que nadie me lo va a responder, pero es hora de juntar algunas manos, mi realidad es la suya y la de ustedes, y si vos no podes esperar a concretar tus metas, ojalá las compartamos hasta que ellos puedan como nosotros soñar, y llegar a donde estamos y mas allá.
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