domingo, 6 de octubre de 2013

Bien merecido


El camino correcto es el que te enseñan, el que lógicamente se puede entender como el mejor.
Aun cuando no te importa en absoluto tratás de ser útil, con una sonrisa, preguntando mucho, tejiendo en la cabeza una serie de pasos, personas y cosas. Dar instrucciones, contar experiencias, dar ánimo, advertir. Todo esto a quien quizás no viste nunca ni volverás a ver, a quien quizás viste y no fue lo mejor que te pasó, a quien seguramente no es lo mejor. A todos. Mamá dijo, Papá dio el ejemplo, y al fin y al cabo a lo mejor vuelve.
Se siente bien.
Se siente bien ser bueno, ser útil, intentarlo, desentonar con las paredes frías y las personas demasiado ocupadas, detenerse y saber que uno no es solo.
Se siente raro, y quizás mejor aun, cuando vuelve, cuando "cualquier cosa que necesites" con un regalo, con un saludo caluroso de un rostro que la verdad ni idea. Con mas cien números desconocidos deseando felicidades.

Ahora bien, cuando me lo propongo no me agrado ni a mi.
Cuando lo intento, cuando lo quiero, cuando del otro lado si es lo mejor. Es entonces cuando no puedo.
Todos los días y a cada momento son el "¿que hacés?" que no puede más que preguntar, que decir que está ahí pero no sabe para qué, que yo no podría explicar.
Libros, exámenes, canciones, amistad, encuentros, reuniones, personas, destrezas, salidas.
Una capacidad única de destruir con la idealización, toda posibilidad de éxito. Miedo a siquiera pensar que algo bueno podría pasar. Si pude imaginarlo, lo voy a evitar.
Mis pies caminan hacia donde mi cabeza le dice que ni idea, que capaz, que no se, que mejor no, que ya fué.
Y al final uno tiene lo que busca. Y lo que busca es lo que se merece. Y si sos mas de uno, entonces acostumbrate a que nada se te haga costumbre, lo bueno y lo malo te van a enloquecer, un minuto por vez.