domingo, 6 de diciembre de 2009

Optimo

Se me alborota el corazón cuando siento ese ruidito. Se mueven las hojas, si no miro, podría soñar que esta lloviendo. No se que tiene, pero me encanta.

Ojala ese sonido inundara mis días. Aire y unas pocas voces, reunión de porteros, no me puedo quejar de eso, su soledad compensada con esa especie de camaradería, es como una secta, una que se forma porque no queda otra.

“Mañana me tengo que levantar temprano”, pero no me puedo perder este ratito. La ventana abierta. Y esa paz que llega. Me inunda. Me quiere llevar, y antes de intentarlo ya me subí. A nada y a nadie. A la lluvia en mi, a mi cabeza enamorándose de una gota, y no de las sequías, y no de los bosques, y no de espinas sin flores ni hojas ni pajarito jodiendole la vida al árbol. Nada. La lluvia y yo.