Dijo que ibamos a ver, y fue lo único que no pudimos hacer.
Se presenta un escenario en el que todo lo que dejamos para un segundo plano tiene que pelear por defender todos los flancos, no hay principales ni protagonistas. La confusión llego para hacer una celebración de su oscuridad tan esperada.
Quiso envolvernos y lo hizo. Quiso cegarnos y no podemos parar de sentir, que en cada respiro ganamos un mundo, que estuvo ahi siempre, pero pareciera que solo con un microscopio forzado pudimos llegar a aprehender, porque es necesario a veces robarse un pedazo de la realidad a escondidas, para sentirse parte de ella.
Si el telón se cierra dá exactamente igual. Pude encontrar que el público no es tal, que las palabras no dicen si no se encuentran con una mano y no un oído, que no somos sino en estas circunstancias, que sin tener un precedente forman algo impactante.
Como todo comienzo, como todo hecho aislado. Se guarda en mi el recuerdo, que no es imagen, de la puerta que me dejó pasar a este lado de la vida, en el que solo cuenta que me cuentes lo que te contaron alguna vez y que ahora contas conmigo, para cantar otra canción, o simplemente para recordar a aquéllos por los cuales que el mate tenga dos agujeros se vuelve genial.
Y ahora brindemos, porque para eso vinimos y sino no hubieramos caido en este punto. Nada resta mérito a la historia que en esta porción del espacio quedó.
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