Mientras oscurece, sorpresiva y rapidamente oscurece, se dan cuenta que ese abrigo que molestó en la silla todo el día ahora es un agradable compañero para el camino de vuelta.
Cerrar programas, guardar papeles, cuantos ritos, hermosos ritos que marcan la hora de salir, de volver a la casa, de decir "cumplí, y no decaigo".
Ahora pasos, esperas de colectivo que pueden variar desde eternas y frias, hasta divertidas y tan tan cortas como esas de la salida de la 7ma hora cuando un grupo de jumpers verde musgo eran el mundo acotado, todo puede ser, pero es sin duda, un momento feliz, un cierre, paz.
Yo elijo la misma hora, un recreo y retomar, soñando poder decir "cumpli, y no decayó", guardando a la vez esos planes en un rinconcito de la mente, escondiendo esta sonrisa -tranquila, ahora juro que tranquila- que te dijo hace un instante que si, que se puede, que puedo y que podés, el dia recién empieza y yo tambien quiero dar una vuelta, sin abrigos mas que esta esperanza y que nadie se imagine que en realidad estoy bailando en los cordones, que los mezclo con mis pies, con todos sus colores, timidos detrás del gris, pero están, y van... por ahí donde ellos vuelven, yo voy, yo voy a volver, con esa sonrisa que alguna vez te respondía a esas meriendas improvisadas, que hacian que agradeciera que no te dediques a la cocina, yo voy a volver a esa estabilidad, cuando siga o cuando pare, pero hoy te digo si, y no es un borrón, es simplemente seguir, porque ellos mañana vuelven, a sus libros, a sus oficinas, yo quiero volver a mi vida, y si se puede, que ahí estés vos.
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